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Cada uno se escondió en su casa, pensando que estaban
a salvo, pero el Lobo Feroz se encaminó a la casita de paja
del hermano pequeño y en la puerta aulló:
– ¡Soplaré y soplaré y la casita derribaré!
Y sopló con todas sus fuerzas: sopló y sopló y la casita de
paja se vino abajo. El cerdito pequeño corrió lo más rápido
que pudo y entró en la casa de madera del hermano
mediano.
De nuevo el Lobo, más enfurecido que antes al sentirse
engañado, se colocó delante de la puerta y comenzó a
soplar y soplar gruñendo:
- ¡Soplaré y soplaré y la casita derribaré!
112 Unidad 2